Escasez  

Posted by sir Andreu Heineken I de Arcadia:

Vaya, buenas noches. Hacía tiempo que no nos veíamos. Bueno es normal, pues hacía tiempo que no abria. Eso es debido a la escasez que sufrimos estos dias en Arcadia. ¿Escasez de què?¿Pues de que va a ser? De birra. Trágico pero cierto.

Debido a las extensas celebraciones acontecidas en estos dias de paz, se agotaron las existencias del almacén y hasta el més que viene no llega la caravana que las transporta. Hasta dentro de ocho o nueve dias nos faltará a todos nuestro líquido elemento, pero debemos ser fuertes y aguantar las ganas. La opción de pedir limosna no está descartada, sin embargo solo suele funcionar individualmente (comprenderás que no puedo mendigar cinco barriles, al menos de golpe).

Por otro lado, la época de paz es un tiempo en que las hadas vuelven de vez en cuando por estos lares, así como algunos vampiros (que en el fondo son tiernos y adorables) y de vez en cuando algún mago sediento. Esto le alza a uno la moral, ya que si no puedes cervecear tu garganta, procura almenos estar bien acompañado.

En fin, siento no poder ofrecerte un trago, pero es que no lo tengo ni para mi. Nos vemos si el Grifo de Arcadia así lo dispone, el mes que viene. Un saludo!

Portal demoníaco... (o algo así)  

Posted by sir Andreu Heineken I de Arcadia:

Buenas viajero, pasa pasa, y tomate una buena birra, pues estoy seguro de que, como todos ahora, la necesitas.

Bueno, supongo que el que estés aqui significa que la tempestad de ayer no se te llevó. Me alegro. Fué impresionante: yo tuve la suerte de verlo desde fuera, digo suerte porque aquellos que no la tuvieron fueron los que lo vieron desde dentro, cuentan bárbaras atrocidades.

Estaba yo en el academia con mis camaradas habituales cuando de repente el mundo se volvió amarillento, y un fuerte viento empezó a azotar todo el campo. Unas inmensas y oscuras nubes ennegrecieron el cielo en un instante. Empezó a relampaguear, de una manera que no habia visto yo en la vida. Entonces el mundo aquirió un tono verdoso y empezó a caer agua, a raudales.
A lo lejos, y cuando ya iba a cobijarme, vi un agujero en las nubes, un hoyo que brillaba con un color verdoso y del que se intuian rayos. En ese instante supe que no se trataba de una tormenta normal. La lluvia empezó a golpear la tierra con fiereza y un viento que parecia salir de las mismas profundidades del abismo arremetió contra todo aquello que estuviese a su alcance. La gente se refugiaba en las casas, pues el exterior empezaba a inundarse.

En unos pocos minutos amainó, no del todo, pero uno podia moverse por el exterior sin peligro. Así que decidimos cabalgar a la ciudad, pues ya oscurecia.

De camino, vimos lo que la tormenta habia causado. Escombros por doquier, torres derruidas, casas hechas añicos, inundaciones... Milagrosamente, la Taberna estaba intacta, tansolo habia entrado un poco de agua, pero tenia el mismo numero de paredes que el dia anterior. La abrí, y empezó a venir gente y al contarme ellos su vivencia me di cuenta de lo que en realidad se habia montado en la ciudad: calles enteras inundadas, caballos y personas engullidos por el viento, áreas enteras arrasadas.

Algunos dicen que sencillamente fué una tormenta fuerte, que hubo otra igual hace muchos años. Otros dicen que es un castigo divino, que se ha llevado a los pecadores y profanos de este mundo. Pero la explicación que más me convence es que la tempestad fué consecuencia de la invocación de algún gran demonio, o la apertura de un portal al inframundo, o algo por el estilo. (¿Que Dios usa rayos verdes para castigar?).

En fin, por prevención he hablado ya con un alto sacerdote para que inscriba unos sellos de protección en la Taberna por si acaso. Espero equivocarme pero si no lo hago:

¡Que el Gran Grifo de Arcadia nos proteja!

Una lágrima  

Posted by sir Andreu Heineken I de Arcadia:

La historia que hoy os voy a contar, no es de ningún viajero de tierras lejanas, ni de ningún valeroso noble, ni siquiera de un transeunte borracho. Bueno, tal vez lo último si, almenos un poco. La historia que hoy os voy a contar es mia propia, la triste historia de mi corcel. Dejad que os cuente:

Eran tiempos antiguos, cuando no se veia cana alguna en mi corta melena, cuando siendo yo mozo, recien llegado a la edad adulta fuí convocado por mis ancestros. Era la hora de pasar La Prueba. En la que demostraria que era merecedor de cabalgar la mejor de todas las monturas. Así que entrené, dia y noche durante ya no se cuanto tiempo entrené, y llegado el dia triunfé, con lo que me fué entregado el premio, un grifo a lomos del cual tenia el privilegio de cabalgar.

Era un magnífico grifo rojo, una especie muy extraña hoy en dia: se trata de una raza algo mas pequeña que los grifos imperiales que suelen montar los caballeros de Arcadia, y tambien algo menos fuertes en combate, pero su fama es debida a su resistencia y su inquebrantable lealtad.

Enseguida nos hicimos coleguillas, volábamos aqui y allá, manteniamos discusiones sobre la superioridad de fermentados o destilados, y confraternizó muy bien con muchos de mis camaradas. De vez en cuando ¿porque no? luchábamos en alguna batalla. Eran dias felices, muy felices.

Sin embargo, la sombra se cernió sobre esta felicidad, cuando hace unos cuantos años le encontraron una rara enfermedad que podia ser fatal para él. Después de cada gran batalla sus plumas, normalmente rojizas se ensombrecían, pero al cabo de unas semanas se recuperaba. Tenia caídas y temporadas en las que parecia que estaba totalmente curado en las que podia hablar y volar como si nada. Sin embargo esa enfermedad seguia creciendo en su interior...

Ahora mismo se encuentra el pobre en una de esas caidas, yo diria que es la peor que le he visto. Realmente veo difícil que se recupere. Pero no voy a perder la esperanza. Sabe el Gran Grifo que he hecho cuanto estaba en mi mano para salvarlo y ahora lo único que puedo hacer el pedirle ayuda a Él.

Así que viajero, te pido que mires al cielo y que me acompañes en la oración:

A vuestra grandeza yo me dirijo,
a vós que sois el poderoso
a vós os pido una mano
que sois de los grifos el majestuoso.

Os pido que bajéis de los cielos
donde gobernáis con gloria
ayudéis a nuestro camarada
pues necesita de vuestra misericordia.

¡Que el Gran Grifo escuche nuestros ruegos!